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Sigmund Freud

sábado, 22 de enero de 2011

Biografía: Sigmund Freud

Freud nació en Austria el 6 de mayo de 1856, cuando le fue colocado el nombre de Sigismund, el cual se cambiaría a los veintidós años, por el de Sigmund. Su padre fue un comerciante que, en el momento de nacer él, tenía ya cuarenta y un años –20 años más que la madre de Sigmund– y dos hijos de un matrimonio anterior. Freud destacó siempre que era él, entre todos sus hermanos, el favorito de su madre y, expresó en sus escritos de 1900 que “todo hombre que haya sido el favorito indiscutible de su madre tendrá durante toda la vida un sentimiento de conquistador, esa confianza en el éxito la cual lleva al éxito real”.
Durante la infancia de Freud, la crisis económica hizo que la familia se trasladara a Viena, en donde vivieron largos años de dificultades económicas ya que el comercio no resultaba productivo para  el padre. Mientras tanto, el pequeño Sigismund, se dedicaba con fervor a sus estudios y, e 1873, finalizó la secundaria con excelentes calificaciones. En este momento, se inclinaba por la política y el derecho, pero dado a que era  judío –y para la época dichas profesiones tenían un gran antisemitismo– se decidió por la medicina, aunque no con el deseo de ejercerla sino de estudiar la condición humana con rigor científico.
A mitad de la carrera, tomó la determinación de dedicarse a la investigación biológica, y comenzó a trabajar en el laboratorio del fisiólogo Ernst von Brücke. De esa época data su amistad con el médico vienés Josef Breuer, quien fue una gran apoyo para Freud en los momentod difíciles de su vida. En 1881 termina su carrera y en 1882 conoce a Martha Bernays, su futura esposa, hija de una familia de intelectuales judíos. Su gran deseo de contraer matrimonio con esta mujer y las pocas perspectivas de que situación económica fuera a mejorar  hicieron que desistiese de su carrera de investigador y se dedicara a aplicar sus conocimientos en neurología.
En 1884, Freud comenzó a hacer una investigación sobre el uso terapéutico de la cocaína y  la experimento, de manera imprudente, en sí mismo y en un amigo al cual le causó adicción al tratar de curarlo de su morfinomanía, agravando su caso, lo cual produjo un ensombrecimiento de su reputación. Pero este no causaría mayores estragos, ya que en 1885 fue llamado para impartir clases en la Facultad de Medicina de Viena, en donde enseñó a lo largo de toda su vida, primeramente neuropatología y, luego, psicoanálisis.
En 1886 recibió una beca para estudiar en París, donde pasó un año con el psiquiatra Jean Charcot, famoso por su tratamiento de la histeria mediante la hipnosis. Aunque Freud no estaba convencido de la efectividad de la hipnosis, lo que aprendió de Charcot  fue el impulso que lo llevó a dejar la neurología y dedicarse a la psicopatología.
De regreso a Viena, contrajo matrimonio luego de un largo noviazgo lleno de rupturas y reconciliaciones como consecuencia, en especial, de los celos que él sentía hacia quien pudiese ser objeto del afecto de Martha (incluida su madre). En los diez años siguientes a la boda, el matrimonio tuvo seis hijos, tres niños y tres niñas, la menor de las cuales, Anna, nacida en diciembre de 1895, habría de convertirse en psicoanalista infantil.
En 1896 Freud comenzó su autoanálisis, que se prolongaría por el resto de su vida, ya que los periodos depresivos que padecía interferían con su vida personal y laboral; por esta razón llegó a la siguiente conclusión: “Mi recuperación solo puede venir a través del trabajo en el  inconsciente; solo con esfuerzos conscientes no puedo salir de esta situación”. A raíz de esto, Freud comenzó a utilizar distintas técnicas terapéuticas, primero aplicó la hipnosis, del mismo modo que había aprendido de Charcot; luego intentó el método de la concentración –que consistía en presionar con la mano la frente del paciente y pedirle que manifestar sus recuerdos. También utilizó la técnica de catarsis, que aprendió en sus colaboraciones con Breuer, que se trataba de la liberación de las emociones por medio de la conversación acerca de los problemas. Poco a poco Freud fue modificando esta técnica (catarsis) para convertirla en lo que él llamó técnica de asociación libre.
Trabajando solo, por el despreció de los demás médicos y su rompimiento abrupto de relaciones con Breuer, el tratamiento de sus pacientes hizo que desarrollara conceptos de gran importancia para el psicoanálisis como son los de “inconsciente”, “represión”, “transferencia” y “contratransferencia”. En 1900, apareció su famosa obra La interpretación de los sueños, lo que para muchos el trabajo más importante de este autor
En 1902 se creó la Sociedad Psicoanalítica y a partir de ahí las miradas –y por supuesto las críticas– estuvieron puestas sobre los trabajos de Freud, quien en 1905 publicó Tres contribuciones a la teoría sexual, donde expresa sus ideas sobre la sexualidad infantil y su relación con las perversiones y la neurosis. Estas ideas resultaron muy controversiales y produjeron que Freud fuera considerado un malvado, ridículo y perverso con una mente obscena y, ocasionó que él y sus seguidores fueran vistos y tratados con desprecio.  
En 1910 se fundó la Sociedad Internacional de Psicoanálisis, presidida por Jung, quien conservó la presidencia hasta 1914, año en que se vio obligado a dimitir, como consecuencia de la ruptura de Freud al declarar improcedente la ampliación jungiana del concepto de «líbido» más allá de su significación estrictamente sexual.
Teniendo una gran división entre sus seguidores, Freud decidió formar la Sociedad del anillo secreto, con la finalidad de que se unieran los que estaban a su favor ya que temía una posible época donde se diera un antisemitismo hacia el psicoanálisis.
A Freud le afectaron de manera importante los años de la primera Guerra Mundial, llenándose de preocupaciones y miedos, cansancio y mucha ansiedad por no poderse fumar sus cigarros puros a los que estaba acostumbrado porque no podía conseguirlos en esos momentos de crisis; también se vio afectado por el miedo de que sus hijos –nacidos en plena guerra– pudieran morir en el campo de batalla; esto llevó a Freud a escribir, en 1920, su teoría sobre el instinto de muerte, en la que expresaba que la meta de los instintos es, a la larga, regresar a su estado original y primitivo de  materia inorgánica.
En 1923, le fue diagnosticado un cáncer de mandíbula y hubo de someterse a la primera de una serie de intervenciones pero de igual modo seguía empeorando. A pesar de esto Freud siguió trabajando y, ese mismo año, presentó su modelo estructural del Ello, Yo y Superyo, de gran importancia para el psicoanálisis. También desarrolló su teoría sobre la ansiedad y los mecanismos de defensa, entre muchas otras contribuciones que realizó en sus últimos años de vida.
En 1932, los libros de Freud fueron quemados públicamente en Berlín por los Nazis en rechazo a sus ideas, pero esto no logró evitar que Freud luchara por dar a conocer y darle credibilidad a sus ideas, hasta el final de sus días en Londres, el 26 de septiembre de 1939.  

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